Por Génesis Abad, estudiante de Comunicación
El amor, la libertad y la identidad son pilares fundamentales de la vida. La verdadera esencia del ser humano reside en su capacidad de amar sin restricciones, de explorar y abrazar su propia identidad. El Día del Orgullo LGBTIQ+ (lesbianas, gais, bisexuales, transgénero, transexuales, intersexuales, queer y otras identidades) es la reivindicación de esos derechos.
Es una fecha conmemorativa que se desarrolla de forma mundial, una vez al año cada 28 de junio, para promover el respeto e igualdad para todas las personas, sin importar su género u orientación sexual. Se denomina “Día del Orgullo” para hacer referencia al sentimiento que se contrapone a la vergüenza que la sociedad tradicionalmente esperaba que sintieran quienes son parte de esta comunidad.
Toda lucha tiene su historia, y la de la población LGBTQ+ es larga, llena de prejuicios e injusticias, pero sobre todo de la valentía de personas que sin importar los obstáculos se mantuvieron firmes y defendieron su identidad.
Históricamente, la comunidad homosexual fue reprimida y hostigada, eran víctimas de innumerables abusos por parte de la Policía, que realizaba operativos para detenerlos, pues mantener una relación entre personas del mismo sexo o expresar la identidad fuera de lo que la sociedad establecía como lo adecuado para un hombre y una mujer, era considerado un delito. Es durante una redada policial, el 28 de junio de 1969 en Estados Unidos, cuando un grupo de víctimas de esta forma de discriminación se unió para defenderse de los abusos, iniciando una serie de manifestaciones que repercutieron en los medios de comunicación y en diferentes lugares del país. Abogaban por el derecho fundamental de ser ellos mismos y de amar libremente, sin temor a represalias ni juicios injustos. Teniendo este día como precedente, el siguiente año, en la misma fecha, se realizó la primera marcha del orgullo gay en Nueva York, como homenaje a aquellos miembros de la comunidad que sufrieron injusticias.
En el contexto de Ecuador, los registros revelan cómo la prohibición y criminalización de la homosexualidad fueron una realidad durante mucho tiempo. En 1871, se establece en el Código Penal, una pena de 4 a 8 años de cárcel para quienes mantenían relaciones con personas del mismo sexo. En este escenario marcado por la violencia, se constituye en 1997 la Asociación Gay Transgénero Coccinelle, precursores de los derechos de la comunidad LGBTIQ+ en el país, quienes para finales del mismo año, consiguieron la despenalización de la homosexualidad. Este fue un hito histórico en Ecuador, que dio paso a una serie de reformas políticas, entre las que se destaca la instauración del derecho a la no discriminación por orientación sexual en 2008, los derechos laborales que impiden la discriminación de la diversidad sexual en el 2015, la aprobación del cambio de género civil en 2016, y la legalización del matrimonio homosexual en 2019.
A pesar de que ha habido grandes avances en términos de aceptación y visibilidad en diversos ámbitos, incluyendo la política, aún es necesario seguir trabajando por la inclusión para eliminar los prejuicios alrededor de la comunidad LGBTIQ+, quienes aún enfrentan la falta de igualdad de derechos en muchas áreas de la sociedad.
Uno de esos campos es el laboral, según el estudiante de la UNEMI, Fernando González, y quien es miembro de esta comunidad. “Para ciertos trabajos el ser parte de la comunidad LGBTQ+, es símbolo de morbo, cómo llegan a sexualizarnos, demuestra que aún hay incomprensión hacia nosotros”, señala.
La discriminación en el ámbito social es otro de los obstáculos, y se evidencia en el rechazo que reciben de parte de su entorno, amigos, e incluso su familia. En este aspecto, la lucha por los derechos LGBTQ+ va más allá de la esfera legal; implica desafiar las normas sociales y culturales establecidas y promover la diversidad y sobre todo el respeto, incluso desde el propio diseño familiar. Tal y como menciona Gina Campozano, estudiante universitaria: “La comunidad solo quiere paz y que respeten nuestro amor e identidad. No estamos obligando a nadie a formar parte, solo queremos sentirnos libres, sin miedo a que nos peguen con un palo en un parque por besarnos con nuestra pareja. Nadie exige algo más allá que el respeto. Así como piden respeto por sus opiniones, respeten nuestras decisiones, porque es mi decisión ser quien soy”.
Las marchas del orgullo LGBTQ+ son una manifestación poderosa de visibilidad y resistencia, donde las personas pueden expresar abiertamente su identidad en los espacios públicos, que antes les eran negados. De ahí la insistencia por parte de esta comunidad de hacerlo en los sitios centrales de cada ciudad. Es un llamado a la sociedad para que vea, reconozca y valore la diversidad humana en todas sus formas.